miércoles, 13 de octubre de 2010

AFUERA LLUEVE


Luis A. Chávez

Afuera llueve. Y en su casa, un hombre salvaje como nadie, mira la televisión a duros trances (su querida se fue, no tiene mucho) de manera que la soledad ha comenzado a roerle. De hecho tiene ya agujeros en algunas de sus camisetas, grises más de olvido que de mugre.
Y con la barba crecida, somnoliento, apura un vaso de leche, un trozo de pan duro como sus dudas últimas mientras mira la casa, para imaginar que ella estuvo allí hasta hace poco, convertida en flor, en ave, en agua.
Recordándola, se duerme.
De sus manos resbala el vaso y el pan porque la gravedad de la vida, si puede arrastrar a una mujer tan lejos, fácil es imaginar de qué es capaz.
En la mañana, cuando por fin se levanta del sillón donde se quedó dormido, a cualquiera le molestaría la espalda. A él no, dolido por no saberla más, por no escucharla. No sabe qué decir, a quién contarle que se encuentra solo, que a punto están, muchos como él, de cometer un crimen.
Decide hacerse el valiente, intenta sacarle a su furor otro legajo, otra vena.
Pero su cuerpo no es de él, es de la inercia, su voluntad requiere de jabón, de un baño urgente.
Y vuelve a la televisión que se quedó encendida, palmo de la mitad de una locura.
Creciéndole las fuerzas sobrehumanas, ya no echa sal en su lastimadura, insiste en vivir a toda costa y, por fin, acepta que perdió esa guerra, que la mujer no acata influencias cuando decide alejarse y, con temple, se va llorando por dentro. Pero les dura poco, salen de su propia tumba como si fueran crisálidas, son las maestras de la noche y día, de la penumbra y la luz.
No existe antídoto para curar de olvido ni para curar de amor (unos se ponen en la frente un crucifijo, hacen promesas vanas, ruegan mucho) Y la mujer que se fue, ya no regresa, se la traga el viento.
De manera que este hombre quiere de nuevo vivir, y se apresura.
Prepara su corazón y sus maletas, se va a cambiar de casa, de país, de oficio, está listo.
Abre la puerta pero afuera llueve.
Y con su premura idílica, con su confianza y su fe, el agua de alguna forma le recuerda a ella.
Y ya no sale más. Vuelve a la televisión para intentarlo (como otras veces) mañana.

lacosta59@hotmail.com

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