A PROPÓSITO DE ERAMOS MUCHACHOS.
“NO
PUEDE OCURRIR NADA, SALVO LA ANÉCDOTA DEL OTRO DIA”
Daniela Melendez [1]
Respondo a la invitación de Samuel Pérez García,
presentando en esta mesa la opinión femenina que amablemente solicitó vía
telefónica. Y me resulta agradable y hasta sencillo mostrarla, sobre un texto que
refleja una época, donde la rebeldía del
contexto social, no es la ruptura de esquemas de experimentación sobre la
sexualidad en los hombres, mas bien hay una clara reproducción de patrones de
conducta que hacen ver a la mujer como algo misterioso, al que se puede acceder
poco a poco a través las experiencias de otros, y donde el hombre y la mujer
son genitales que vibran y sienten placer.
Imposible pedirle a
una mujer que busque otra lectura de este libro de cuentos, pues la primera
impresión, y la segunda, y la tercera giran en la misma idea pero haciendo un esfuerzo, busco empatía con Nen,
el personaje principal que “Vivió como él quiso, entre las putas y la cantina”
y que “imaginaba que tenía 18 años y que
había acudido a un burdel a la búsqueda de su primera experiencia sexual”.
Bety, su inolvidable
novia con la que no quiso hacer mucho más de la cuenta, pues “otras cosas” en
lo sexual sólo lo hacen las putas; Mayra, Lucía, Mariela, Pery y hasta Lucky son
momentos distintos del aprendizaje de la sexualidad en la vida de Nen y a veces, estas mujeres son la oportunidad de
poner en práctica las teorías que El
Charrascas cuenta con los amigos, entre bromas y carcajadas.
Otras mujeres son un refrendo de que la sexualidad es sólo un momento: curvas que sólo
llevan aun camino: la vagina, la que se
renta, la que se rola entre los cuates, la que se disfrutan porque como se
aplica en estos casos ninguna mujer es fea “de la cintura pa abajo y de las
rodillas pa arriba”, y que últimamente “en tiempo de guerra cualquier hoyo es
trinchera”.
Las historias la
viven las mujeres de este libro: Bety,
“la güera” de la junta de negocios, Mayra la que no había nacido para el
estudio y debía ganar dinero aunque
fuera de puta, y bajo esa posición fue
abusada por su padrastro y vendida por su
propia madre por una pulsera, un corte de tela y unos aretes; Lucía, obligada a
huir de su vecindario por naturales juegos eróticos entre niños, cuya ignorancia
señala como imperdonables. El destino de
esta mujer es terrible: su padrastro la ahorcó y hasta salió en el periódico, y Nen la recuerda pero no sabe si por su
muerte violenta o por esos juegos en que
ella era la esposa del camisón y el perfume
y él, su marido que llegaba y la acostaba sobre la cama.
Hago el esfuerzo y no puedo, es difícil buscar empatía con Nen,
cuando la suerte de casi todas las mujeres de la historia es vivir como una
vagina que termina en la muerte de sus dueñas, si no cumplen la entendida
función de hoyo: “aunque sea de puta Nen, aunque sea de puta”
Putas que recogen
cualquier saliva, catadoras de penes,
“si no protesta, sigue, sigue chaval”; Estela, amor, novia del hotel en
Xalapa que disfrutó no solo como un cuerpo, sino como a una persona, mujer que
después de años cuenta la mala experiencia con su marido inválido y alcohólico.
Pery y el furor
revolucionario que no se concluyó de ninguna manera, mujer dueña de su cuerpo y
examen de hombrías, que es fácil, con quien ella escoge. Y a Nen le toca la
prueba justo en el momento en que estaba
convencido de sus ideales y de que quería cambiar al mundo.
Y dentro de estas
mujeres hubo una esposa que se llevó a una hija… ¿Cuál fue la historia de esa
mujer? Nada se habla de alguna oscuridad
enmarañada donde el calor transmite las pasiones inolvidables.
Y la mujer de negro que conocía los poemas,
tan sospechosa sentada en un parque…de belleza imponente… ¿qué oportunidad buscaba Nen al acercársele
con el fragmento de un verso de Neruda?
Las mujeres y los hombre hemos sido educados por
caminos diferentes, los hombres a la cazaría
y las mujeres a cuidar una membrana llamada Himen, una idea mal
entendida de la virginidad.
Este libro, Éramos muchachos, es un
asomo a la forma en un hombre va a tientas en el largo proceso de descubrir el sentido de su sexualidad; sin embargo “no
puede ocurrir nada, salvo la anécdota del otro día”
[1] Texto leído durante la presentación durante la presentación del libro
en la Casa de
Cultura de Minatitlán, el 29 de abril del 2006.
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